Soy quién soy pese a quién pese. Esa soy yo.
Bienvenidos a mi rincón.
Myriam Luna.

martes, 26 de noviembre de 2019

DECISIONES

    Las decisiones que tomamos marcan como vamos a vivir, o incluso como vamos a morir. 
Pero hay decisiones que tomamos que son provocadas por otras personas, quitándonos quizás toda responsabilidad. ¿Eres responsable de lo que te sucede o de tus actos?  
    No siempre hay una relación directa entre suceso y consecuencia. 
      Pero en aquella ocasión ella no decidió nada, aunque aún se sigue preguntando: ¿Qué hice? (¿sonreí demasiado?, ¿Mi vestido era demasiado ajustado?, ¿O dejaba entrever demasiado el escote?) ¿Qué hice mal?, se repite una y otra vez. ¿Qué hizo pensar a aquellos chicos que ella podía ser una chica fácil?, ¿Por qué la siguieron?, ¿Por qué cuando ella dijo no, la golpearon hasta que se quedó  paralizada por el miedo y abusaron de ella una y otra vez, no haciendo caso de sus gritos de auxilio y desesperación, poniéndole la mano en la boca con la pretensión de ahogar sus gritos?. 
      Seguía sin entender: ¿Por qué no la ayudaron?, ¿Por qué aquel otro chico grababa la escena en lugar de sacarle aquel mal nacido de encima? 
      ¿Qué clase de persona es capaz de  hacer  daño a una desconocida para aliviar sus necesidades más primitivas?, o ¿Qué clase de degenerado se excita viendo como otro fuerza a una pobre chica?. 
    ¿Por qué esos chicos se creyeron con el derecho de robar parte de su esencia?, ¿Por qué   decidieron convertirla  en una persona sin vida, una sombra de lo que era?. 
     En ese momento es cuando la invade un tremendo sentimiento de culpa, pensando que quizás todas esas cosas podrían  ser ciertas, que sonrió en exceso, que su vestido marcaba demasiado sus pronunciadas curvas y que su escote dejaba ver en exceso sus pechos. Todo era cierto ella era la única culpable de lo que había sucedido, había despertado a las bestias que había en ellos. Pensaba que quizás no había luchado lo suficiente , que hubiera podido esforzarse por gritar con más fuerza.  
      Pero la verdad es que nada hubiera cambiado, ella en ningún momento cruzó su mirada con esos chicos, no fue consciente de que estaba siendo vigilada  y mucho menos de que la habían elegido para sus estúpidos delirios sexuales, ella no sintió el miedo ni la desesperación  hasta que sintió que la seguían, debía resignarse y pensar q la agresión no podía evitarla, debía volver a la terapia, tenía que dejar de tener miedo dejar de mirar atrás cuando caminaba por la calle.  
      Ahora ella tenía que decidir, luchar o ser eso que había sido hasta ahora una muerta en vida.



(Gracias Jordi por escribir este relato, y por poner voz a esos sentimientos de culpa que tanto nos corroen por dentro.) 

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