Soy quién soy pese a quién pese. Esa soy yo.
Bienvenidos a mi rincón.
Myriam Luna.

martes, 26 de noviembre de 2019

DECISIONES

    Las decisiones que tomamos marcan como vamos a vivir, o incluso como vamos a morir. 
Pero hay decisiones que tomamos que son provocadas por otras personas, quitándonos quizás toda responsabilidad. ¿Eres responsable de lo que te sucede o de tus actos?  
    No siempre hay una relación directa entre suceso y consecuencia. 
      Pero en aquella ocasión ella no decidió nada, aunque aún se sigue preguntando: ¿Qué hice? (¿sonreí demasiado?, ¿Mi vestido era demasiado ajustado?, ¿O dejaba entrever demasiado el escote?) ¿Qué hice mal?, se repite una y otra vez. ¿Qué hizo pensar a aquellos chicos que ella podía ser una chica fácil?, ¿Por qué la siguieron?, ¿Por qué cuando ella dijo no, la golpearon hasta que se quedó  paralizada por el miedo y abusaron de ella una y otra vez, no haciendo caso de sus gritos de auxilio y desesperación, poniéndole la mano en la boca con la pretensión de ahogar sus gritos?. 
      Seguía sin entender: ¿Por qué no la ayudaron?, ¿Por qué aquel otro chico grababa la escena en lugar de sacarle aquel mal nacido de encima? 
      ¿Qué clase de persona es capaz de  hacer  daño a una desconocida para aliviar sus necesidades más primitivas?, o ¿Qué clase de degenerado se excita viendo como otro fuerza a una pobre chica?. 
    ¿Por qué esos chicos se creyeron con el derecho de robar parte de su esencia?, ¿Por qué   decidieron convertirla  en una persona sin vida, una sombra de lo que era?. 
     En ese momento es cuando la invade un tremendo sentimiento de culpa, pensando que quizás todas esas cosas podrían  ser ciertas, que sonrió en exceso, que su vestido marcaba demasiado sus pronunciadas curvas y que su escote dejaba ver en exceso sus pechos. Todo era cierto ella era la única culpable de lo que había sucedido, había despertado a las bestias que había en ellos. Pensaba que quizás no había luchado lo suficiente , que hubiera podido esforzarse por gritar con más fuerza.  
      Pero la verdad es que nada hubiera cambiado, ella en ningún momento cruzó su mirada con esos chicos, no fue consciente de que estaba siendo vigilada  y mucho menos de que la habían elegido para sus estúpidos delirios sexuales, ella no sintió el miedo ni la desesperación  hasta que sintió que la seguían, debía resignarse y pensar q la agresión no podía evitarla, debía volver a la terapia, tenía que dejar de tener miedo dejar de mirar atrás cuando caminaba por la calle.  
      Ahora ella tenía que decidir, luchar o ser eso que había sido hasta ahora una muerta en vida.



(Gracias Jordi por escribir este relato, y por poner voz a esos sentimientos de culpa que tanto nos corroen por dentro.) 

viernes, 8 de noviembre de 2019

ENVUÉLVEME

Me sumerjo entre tus aguas buscando la tibieza de tu abrazo,
Me dejo llevar por tu vaivén y me abandono.
Abandono mi cuerpo y mi mente,
Envolviéndome de tu murmullo.
Me pierdo en tus abrazos desmedidos
Para abandonarme entre caricias y susurros
Allá donde mueres y renaces,
En la linde de la tierra. 

domingo, 27 de octubre de 2019

A ORILLAS DEL GUADALQUIVIR

        Era un mes de noviembre. En un día cualquiera con una temperatura impropia de esa época del año.

        Allí estabas tú, en la salida de la estación, esperándome con cara sonriente y de no haber roto nunca un plato. - ¿Que estarás tramando? - pensé yo.

       Me recibiste con uno de esos abrazos que tanto nos gustan, apretaitos pero tiernos al mismo tiempo. 

-Tengo una sorpresa para ti.- Me dijiste con esa sonrisa que tanto me gusta. 
-Si ya sabía yo que estabas tramando algo. Esa sonrisa y esa mirada te delatan. Me tienes en ascuas  señorita... -Dije mientra pellizcaba si barbilla y la besaba ligeramente. 
-Todo a su debido tiempo- Dijiste con una 
sonrisa de oreja y sabiendo ya de antemano que no soltarias prenda. 
-Vamos chica misteriosa, y llévame a tomar algo- Dije entre risas y mirada burlona.


        Subimos al coche y me llevaste hasta orillas del guadalquivir. Fuimos a tomar unas cervezas con unas gambitas que estaban para chuparse los dedos había pasado poco más de media hora y dos raciones de gambas cuando miraste la hora. 

-Vamos rubita, es la hora. 
-¿La hora de que? - pregunté inocentemente aún sabiendo que mantendrías el misterio hasta el final.
-Tú calla y sígueme. -Me dijiste a la par que me tendías la mano. 

         Me aferré a ella, más aún, cuando me pediste que cerrara los ojos y me dejara llevar, que confiara en ti. Sacaste algo del maletero del coche, y agarraste mi mano: 
-No abras los ojos, tramposa, o te quedarás sin sorpresa.


        Caminamos un ratito, bajamos algunos escalones  y avanzamos otro ratito. Me ayudaste a sentarme en el suelo, luego te sentaste tú. 
-Ya puedes abrir los ojos.


        Cuando los abrí estábamos sentadas en el suelo, a la misma orilla del Guadalquivir, con la Torre del Oro a escasos metros como testigo. 
-Espera chica rubia, la sorpresa no ha hecho más que empezar. Vuelve a cerrar los ojos. 
-Chica misteriosa, ¿que será lo que te traes entre manos? -Dije con tono burlón mientras cerraba los ojos. 

         Sacaste algo de la bolsa que previamente habías cogido del maletero del coche, y lo pusiste en mi mano. 

-Ahora puedes abrir los ojos, chica rubia. Una para ti, y otra para mí. 


        Al abrir los ojos y ver lo que habías traído, se me abrieron los ojos como platos mirándote con sorpresa y extrañeza. 
-¿Una caña de pescar? 
-Si, vamos a pescar. 
-¿A orillas del Guadalquivir, junto a la Torre del Oro? 
-Por supuesto, aquí hay muy buenos peces. Sólo hay que tener un poco de paciencia. 
-¿Con una caña de pescar.... de juguete? -Pregunté con mirada todavía más incrédula. 
-Hey! No te burles! Es una gran caña de pescar. -Me contestaste con una gran sonrisa como quien tiene un trofeo entre sus manos.


         Lanzaste el sedal al río con el "anzuelo" y me pasaste la caña de pescar. Luego hiciste lo propio con la tuya, de un verde chillón que llamaba la atención. 
-Vamos a tener una buena pesca, rubia.


         Te miré de reojo, con disimulo. Se te veía tan feliz. Te estabas quedando conmigo, me estabas vacilando, me encantaba tu forma de hacerlo.
-No dudo que tengamos buenas pesca pero, ¿me cambias la caña de pescar? -Apenas pude decir mientras me reía 
-¿Que le pasa a tu caña? 
-Nada, que es rosa fosforito, y no me gusta el rosa. -Apenas podía aguantar la risa. 
-Chica rubia, el rosa fosforito atrae a los peces, pero si no te callas o bajas la voz no vamos a pescar ni un triste salmonete. -Me dijiste intentando reprenderme, con un enfado mal disimulado. 
-Está bien señorita Alicia, me fiaré de tus grandes dotes de pesca y sabiduría. 
-Confía en mí. 


        Mientras con mi mano izquierda sujetaba con destreza mi caña de pescar de juguete rosa fostorito, con la derecha buscaba tu mano y entrelazando mis dedos con los tuyos y te miraba a los ojos te dije:
-Confío en ti.


        El sol comenzaba a ponerse ante nosotras regalándonos un espectáculo de colores impresionante. Te miré, me miraste. Supe entonces que esa era la gran sorpresa que me tenías preparada.


        Desperté de mi sueño, pero no fue un sueño cualquiera. No fue más que un sueño. Fue El Sueño. Me reí por la ocurrencia de la caña de pescar de juguete, por el rosa fosforito que atrae a los peces. 

        Me reí, pero me sentí feliz, me hiciste feliz. Me hiciste sentir que todavía podía volver a reír y disfrutar de los momentos que nos brinda la vida Y aunque sólo fuera un sueño, entonces supe que eras especial. 

      Gracias por enseñarme a pescar. 



Foto ©Tonobalaguer

domingo, 13 de octubre de 2019

AL AMANECER (serie Eva y María 4)

Apenas son las 8 de la mañana y el mes de agosto llega a su fin. Las vacaciones se acaban.

-Las vacaciones se acaban- Dice Eva en un leve susurro, casi imperceptible, mientras toma  mano izquierda de María entre las suyas, acariciándola con una suavidad pasmosa como si al roce fuera a evaporarse.



Están sentadas en la playa, sobre la misma arena, contemplando el último amanecer que compartirán en esa playa.

Eva mira de soslayo a María. La observa detenidamente pero disimula tan mal... María agarra con fuerza la mano de Eva, como si fuera a evaporarse con el amanecer.

Eva mira a María. María mira a Eva. Saben que el tiempo se acaba, que las palabras llevan tiempo atascándose dentro. Saben que tienen que hablar, que no pueden postergarlo más.

-María...
-Eva...


Dicen las dos al mismo tiempo.

-El tiempo se nos acaba María. Agosto se nos acaba, nuestro paraíso llega a su fin...
-¿Que vamos a hacer Eva? Cuando comenzamos las vacaciones decidimos de mutuo acuerdo no hablar de este momento, que íbamos a vivir el tiempo y disfrutarlo. Pero ha llegado el momento Eva, no podemos postergarlo más.
-Lo se. Tenía miedo miedo de que llegara este momento. Llevo días pensando y dándole vueltas a todo. Quería evitarlo pero no he podido.
-Yo también Eva. Nos hemos hecho un flaco favor aguantando tanto. Estirando tanto el tiempo para evitar esta conversación.
-¿Qué pasará María? ¿Qué va a pasar ahora cuando volvamos a casa? Contigo, conmigo...
- Y con Luis- Dice María mirando fijamente a Eva. Este es el momento que tanto temían las dos, el momento en que saliera el nombre de Luis a relucir.
-Las dos sabemos que pasará María. Aunque no queramos verlo, las dos lo sabemos.
-¿Las dos? ¿O tú crees saber también lo que pasa por mi mente Eva? No te anticipes Eva.
-María, te quiero. Y te quiero como no he querido a nadie en mucho tiempo.
-¿Pero? - María comienza a ponerse tensa, suelta la mano de Eva y se pone frente al sol, dándole la espalda a Eva. Mira hacia atrás esperando una respuesta que tarda en llegar.
-Pero echas de menos a Luis. Todavía le quieres. Lo se María, lo noto. 
-Te quiero Eva, sabes que te quiero- Dice mientras coge la cara Eva entre sus manos acariciando sus mejillas. 
-Y a Luis. Deja de intentar engañarme, deja de fingir que no es así. 
-¿Engañarte? ¿Que demonios estás diciendo Eva...?- Dice María con tono enfadado. 
-Lo que oyes María. Llevo días fingiendo que no me importa, que no me duele. Pero ya no puedo más. Veo como te brillan los ojos cuando hablas  con Luis, que bajas la voz si yo ando cerca o te vas a hablar con él a otra parte. 
-Eva, no sigas por ahí... 
-¿Crees que no me he dado cuenta de todo eso? Reconócelo Maria, solo te pido eso... 
-Eva, hubo un día que nos prometimos que la confianza debía premiar entre las dos, que siempre nos lo contaríamos todo. Lo bueno y lo malo. Que si queríamos que esto funcionara y saliera bien, debíamos confiar la una en la otra.- María tantea a Eva con la mirada, busca su complicidad pero Eva la rehuye.

-Si. Lo recuerdo muy bien Maria. 
-Entonces escúchame y relájate, por favor.- María busca la mano de Eva, su contacto... Y su mirada.- Tienes razón Eva, todavía quiero a Luis.


Eva intenta zafarse de la mano de María, pero ésta la sujeta con fuerza mirándola fijamente. 

-Si Eva, quiero a Luis. No sé puede dejar de querer a alguien de la noche a la mañana, no cuando ese alguien te ha cuidado, respetado, y tratado de la mejor manera posible.

Si Eva, quiero a Luis porque por él te tengo a ti.
-Ohhhh! que bonito te ha quedado eso. 
-déjate de sarcasmos Eva, estoy hablando muy en serio. 
-Hablemos en serio entonces María. ¿Por qué estás conmigo? 
-¿cómo qué por qué? Porque te quiero Eva, porque  soy feliz contigo, porque me haces reír, porque cada día contigo me Dan ganas de seguir comiéndome el mundo, porque adoro esa mirada tuya al despertar como si renacieras cada día, porque me encanta sentir tu cuerpo junto al mío.  Te quiero Eva, te quiero. 
-Pero no querías conocerme, no querías venir a aquella cena. Fue Luis quien te empujó a venir a esa cena. 
-¿A qué viene eso ahora? Eso nunca lo he negado, y desde el principio hablamos de ello. 
Joder Eva, estaba asustada, tenía miedo de lo que pudiera ocurrir. ¿Cuantas veces tendré que explicártelo?
-Admítelo María, no querías venir. Viniste por Luis, no por ti. Viniste para satisfacer los deseos de Luis, que se ponía cachondo solo de pensar en vernos juntas. Viniste por él no por ti. No he sido más que un jodido pasatiempo Maria. Nunca quisiste estar conmigo. 
-Si Eva, ya te lo dije en su día y te lo vuelvo a repetir fui porque el me animó a ir. Y nunca me arrepentiré de ello. Y te lo vuelvo a repetir, gracias a él, te tengo a ti.


Eva se rió con sarcasmo, burlándose de las palabras de María. Se giró dándole la espalda, quería evitar que la viera llorar, que viera en su mirada que no podía vivir sin ella.
María interpretó su gesto como un rechazo y el fin de la conversación...  Miró a Eva con la mirada empañada en lágrimas y el cuerpo sumido en la tristeza y el rabia

-Vete a la mierda Eva.- Y María se alejó de Eva con el miedo en el cuerpo de perderse, y de perderla. Y Eva sentía que se hundía en sus lágrimas y en sus palabras. 


viernes, 4 de octubre de 2019

LA CABAÑA

Siento en mi cuerpo unos leves rayos de sol calentando mi espalda, remoleneo entre las sábanas mientras te busco en ellas. Busco el calor de tu cuerpo pero sólo encuentro el frío de las sábanas, el vacío. Abro los ojos esperando encontrarte en algun rincón de la habitación, tal vez junto a la ventana, pero nadie salvo yo hay en la habitación.

Salgo de la cama con un extraña sensación. Me visto un pantalón y un jersey. Voy en dirección al baño, quizá estés allí terminando el baño que no te dejé acabar, pero nadie hay allí.

Bajo las escaleras. Huele a café recién hecho, seguramente estés en la cocina preparando un suculento desayuno. Sigo la estela del café hasta la cocina. Nuevamente, nadie.

Vuelvo al salón, has avivado el fuego de la chimenea. Te busco con la mirada y entonces te veo. Te veo a través del gran ventanal que hay junto a la puerta. Estás junto al coche, con el maletero abierto guardando el equipaje. No han pasado ni veinticuatro horas desde que llegamos y ya te estás marchando...

Presiento que sabes que te observo. Cierras el maletero y vuelves sobre tus pasos hacia la cabaña, evitando levantar la mirada.

Permanezco impasible en el centro de la sala, esperándote. Lentamente se abre la puerta, veo tu mirada triste y apagada, tan diferente de la de ayer, de la de anoche... Te acercas a mi despacio, hasta aferrarte a mi y fundirte en un abrazo. Te abrazo fuerte, sin saber el porqué se que lo necesitas. Entonces levantas la mirada buscando la mía, no dices nada, no digo nada. Nos besamos suave y pausadamente, intentando retener el tiempo que se nos escapa entre las manos.

Poco a poco nos vamos separando, sin dejar de mirarnos, pero sin hablar. Yo no digo nada, tu no dices nada. La miradas lo dicen todo.

Me aferro a tu mano derecha se aferra a la tuya intentando retenerte mientras te alejas.  Apenas un susurro sale de tus labios: -Dame tiempo, necesito tiempo.

Las miradas todo lo decían, sabía que debía dejarte marchar. Y sentí como nuestras manos se iban alejando poco a poco, pero todavia rozándose sin querer dejar de tocarse.

Apenas un leve susurro pudo salir de mis labios mientras mientras el aire se hacía presente entre las yemas de nuestros dedos que se alejaban y el vacío se hacía presente entre nuestras manos aún extendidas. Apenas un leve susurro: -Te esperaré

Dame tiempo. 
Te esperaré 
Y miradas que todo lo decían.

Ahora sólo espero que el tiempo no nos cambie y que no borre las huellas de lo que una vez nos unió.

sábado, 28 de septiembre de 2019

Buscando el silencio

Una, dos, tres, cinco, diez, quince, veinte.... Así día tras día. Mañana, tarde y noche. Llamadas sin sentido, llamadas sin voz al otro lado, que me dejan sin aliento, que me quitan el sueño.

Una, diez, veinte. Día tras día y vuelta a empezar. Silencio al otro lado, llamada bloqueada.

Nada hablas, nada dices, pero se que eres tú. Conmigo no vas a poder. Te buscaré, te encontraré, te convertiré en el silencio más grande con el que me haya encontrado.

Hoy te tengo frente a mi. Sin rencores, y sin miedos. Hoy termina la agonía, la pesadilla en la que te has convertido. Hoy vuelvo a respirar. 

martes, 6 de agosto de 2019

LA LUZ DE SARA (Parte 3 y final)

Subes las escaleras corriendo en dirección a la ducha, riendo con picardía. Yo mientras te observo desde el sofá, pensando si salir corriendo detrás de ti o esperar pacientemente mi recompensa y ser una niña buena.

Mientras tanto decido subir nuestro equipaje al dormitorio. La puerta del baño está entre abierta, no puedo evitar desviar la mirada y observarte desnuda mientras te sumerges en la bañera llena de espuma y sales de baño. Me alejo despacio hacia el dormitorio para evitar ser descubierta. Siendo un tremendo calor recorriendo mi cuerpo. Me acerco a la ventana buscando la quietud del horizonte, su calma y el frío de la noche.

Pienso en ti sumergida en la bañera, no puedo evitarlo. Me quito el pantalón dejándolo caer al suelo. !Que diablos! Allá voy dulce Sara... No puedo esperar...

Camino despacio pero nerviosa, tengo ganas de ti. De tus besos, de tu lengua, de tu cuerpo.

Me detengo en la puerta del baño, observándote de nuevo. Se que sabes que estoy aquí, disimulas intentando ignorar mi presencia. A paso lento, con mirada burlona y pícara entro en el baño: - vengo a por mi recompensa- Te digo mientras voy deslizando mis bragas por mis piernas hasta el suelo, sin dejar de mirarte. Estoy a un metro escaso de ti. Me miras. Esa mirada. Solo tu sabes como me gusta que me mires así.

Me quito el sujetador dejándolo caer al suelo mientras voy metiendo un pie en la bañera. Me siento frente a ti, rozando tu pierna con mi pie. El gemelo, los muslos... Vienes directa hacia mi sin perder de vista mis ojos. Me muerdes el cuello clavándome los dientes: -Has sido mala, y lo vas a pagar-. Vuelves a morderme más intensamente mientras con tu mano recorres mi muslo hasta mi sexo. Aprietas la palma de tu mano contra él, haciendo presión: -Nena, vas a sufrir...- Susurras mirándome con una mirada salvajemente pícara excitándome aún más si cabe.

Vas introduciendo dos de tus dedos dentro de mi. Con ansia. Con ímpetu. Hasta el fondo, haciéndome gritar de placer mientras mi cuerpo se arquea buscándote.

Se que vas a ser mala conmigo, lo veo en tu mirada, pero me encanta.

Te sumerges en el agua para morder mis pezones, muerdes fuerte, clavando los dientes y estirando de ellos, primero uno, luego el otro, una y otra vez. Mientras tus dedos siguen follándome llevándome al límite del orgasmo.

Sabes que estoy a punto, todo mi cuerpo está temblando de placer: -Todavía no nena, aguanta- Susurras en mi oído mientras mientras das tu última embestida a mi sexo.

Vas deslizando tus dedos al exterior, suave y lento, recorriendo cara rincón, rozando mi clítoris excitado mientras tu lengua recorre mi cuello hasta encontrarse con mi lengua. Se acarician mutuamente, se besan, se desean.

Te separas de mi cuando mi sexo busca tu mano: -todavía no, espera... - Pellizcas mis pezones, duros, ansiosos de ti, aprietas mis pechos con tus manos:
-Como te gusta hacerme sufrir.
-Me gusta tu mirada excitada, adoro tu cuerpo plagado de deseo. Quiero disfrutarlo, retener cada segundo, y cada centímetro de cuerpo en el mío.

Nuestras bocas se funden en un profundo e intenso beso. Entonces tu mano vuelve a buscar mi sexo que te espera abierto por completo para ti. Me penetras de nuevo, sin contemplaciones y hasta el fondo, una vez, dos, provocándome un orgasmo brutal y explosivo salpicando el agua fuera de la bañera.

-Joder.... Nena, ha sido brutal...
-Aún no he terminado contigo, vas a seguir sufriendo.
-Si esto es sufrir, quiero morir sufriendo.

Atraigo tu rostro hacia mi, para besarte, fundirme en sus besos. Mientras tanto te vas levantando lentamente de la bañera. Te miro, admiro tu cuerpo, tus curvas, el agua descendiendo y acariciando tu cuerpo mientras sales de la bañera. No miras atrás, sabes que te miro, que te observo. Voy siguiendo tus pasos hasta el dormitorio.

Me esperas a escaso un metro de la puerta. Esperas que entre yo primero, me abrazas por la espalda besando mi cuello. Aprietas mis pechos con tus manos, me muerdes el cuello y me volteas empujándome hacia la pared. Sujetas mis manos sobre la cabeza, me muerdes, me besas, me lames el cuello, mientras tu mano acaricia mi muslo interior, rozándome, buscándome provocándome.

Me estás volviendo loca de deseo. Me sueltas las manos y me guías hasta la cama, te sitúas frente a mi, a los pies de la cama sin dejar de mirarme y me empujas haciéndome caer sobre la cama. Te sientas sobre mi, tu sexo sobre el mío, rozándose, acariciándose. Mueves tus caderas, te agitas, siento tu sexo húmedo sobre el mio, fundiéndose en uno. Te agitas cada vez más rápido mientras mis manos te sujetan de las caderas atrayendo te todavía más a mí. Tu cuerpo se arquea regalándome un orgasmo inolvidable.

Te dejas caer sobre mí, agotada, extasiada, me besas, nos besamos.

Mientras tanto mis dedos te buscan para follarte. Y tus dedos me buscan para follarme. Mis dedos entran en ti hasta el fondo, suave y con mimo, acariciando cama milímetro de tu interior. Tus dedos me penetran sin compasión, hasta dentro, sin límites. Nuestros cuerpos se enredan en una maraña de besos sedientos, de jadeos incontrolados y espasmos, nos follamos intensamente, llevándonos al límite de nuestro aguante hasta explotar en un sonoro orgasmo.

Nos fundimos la una en la otra, sudorosas, agotadas. Nos abrazamos, dejándonos llevar por nuestra respiración, por su loco vaivén, hasta caer en un profundo sueño.

domingo, 28 de julio de 2019

LA LUZ DE SARA (Parte 2)

Nos vamos acercando cada vez más, sin dejar de mirarnos. Ya casi pueden rozarse nuestros cuerpos, casi puedo escuchar su respiración nerviosa en el silencio de la noche.

Nos miramos nerviosas, estrechando aún más la distancia. Siento su cuerpo pegado al mío. Acarició su mejilla con el dorso de mis dedos. Nuestras frentes se juntan sin perder nuestras miradas al tiempo que decimos, al unísono:

-Por fin juntas.

Su mano izquierda se entrelaza con la mía, acariciándose nuestros dedos. Su mano derecha acaricia mi mejilla, suave, muy suave, casi imperceptible. Su boca viene a mi encuentro, y la mía a la suya, para fundirnos en un cálido y tierno beso, durante tanto tiempo soñado y deseado.

De la mano la guío hasta la cabaña, empiezo a sentir el frío calando mis huesos. Caminamos con paso lento, la una junto a la otra, cruzando miradas de tanto en tanto. Intentando detener el tiempo.

Abro la puerta cediéndole el paso. Quiero sea ella quien entre primero, que descubra lo que Le tengo preparado. Veo su rostro iluminarse, su mirada, su sonrisa agrandarse.

Nos acercamos a la chimenea, tengo el cuerpo frío de haber estado fuera sin abrigar.

Le ayudo a quitarse el abrigo, dejándolo caer en el respaldo del sofá. Ese jersey ceñido marcando sus formas.... Y ese pantalón marcando sus caderas, está imponente. No hay foto que haga justicia a la realidad que tengo delante. Está absorta mirando el fuego, pensativa... Me acerco por detrás, abrazándola:
- ¿Que piensas?
- Que tengo la sensación de estar viviendo un sueño, como tantas veces he sentido dentro de mi.
- Esto no es un sueño Sara, este momento es real.

Lentamente me sitúo frente a ella para besarla.
- Esto es real Sara.
- Creo que no me ha quedado muy claro, necesito comprobarlo de nuevo.- Me dice con tono burlón y picarón.

Coloca su mano sobre mi pecho y me empuja con firmeza pero suave contra el sofá haciéndome caer sentada en él. Se sienta a horcajadas sobre mi, besando mi cuello, mordiéndome... Conoce mi punto débil y va a por él. Me mira juguetona. 

-Creo que estoy empezando a entenderlo, me gusta esta dosis de realidad.

Se muerde el labio, mientras me mira y se acerca. Roza mi labio inferior con la lengua, y lo muerde, estirándolo levemente antes de soltarlo. Se quita el jersey dejándolo caer al suelo. Me quita el mío, echándole a un lado del sofá. Se inclina un poco sobre mi, comiéndome la boca como si no existiera un mañana. Vuelve a mi cuello lamiéndolo desde el hombro, suave, despacio, para acabar mordiéndome de nuevo, primero suave luego con más fuerza, haciéndome sentir cada uno de sus dientes pero sin llegar a causarme dolor.

Se acerca a mi punto débil... Y me susurra al oído: -hoy se cumplirán nuestros sueños más salvajes.- Siento como una descarga eléctrica de pura excitación recorrer mi cuerpo. Me vuelvo levemente hacia ella para besarla, pero me detiene.

-Nena, hoy llevo yo el timón. Vas disfrutar como nunca, pero antes....
-¿Antes que...?
- Pero antes necesito darme una ducha.- Me miras con pícara malicia- Quiero estar lo más presentable posible para ti.
-Nooo. ahora no malvada... Eres cruel conmigo- Digo con tono quejicoso pero riéndome a la vez.
-ya te dije que hoy yo llevo el timón- Me dices mientras te levantas y me regalas un beso tierno y jugoso- Te compensaré por mi malicia.

Y te alejas riéndote escaleras arriba, camino de la ducha.

LA LUZ DE SARA (Parte 1)

Sara, mi dulce Sara... Hoy es el gran día. Después de seis meses hablando telegram, de escuchar tu voz a media noche entre susurros, escondiéndonos de miradas y oídos indiscretos.

Hoy es el día, hoy por fin nos vamos a encontrar. Un fin de semana con sus días y sus noches, solas tu y yo, por fin.

Hemos alquilado una cabaña en el bosque, en el norte, en los pirineos. Casi en la frontera con Francia. Sin Wi-fi, sin cobertura, sólo un teléfono con línea fija que rara vez funciona. Completamente aisladas de todo y todos, sólo Eva sabe nuestro destino.

He llegado una hora antes de lo acordado, quiero chequear la cabaña primero, y adecentarla para recibirte como te mereces.

Unas velas escoltando los peldaños de la escalera, también en el dormitorio principal, y otras en el baño iluminando tenuemente la bañera que se va llenando poco a poco, muy lentamente, con agua muy caliente para que no se enfríe. Y por supuesto, como no, encender la chimenea para caldear la temperatura y el ambiente.

Estoy nerviosa, y ansiosa, siento que el tiempo no pasa mientras espero. Apenas quedan diez minutos para que llegues. No hago más que recorrer todas las ventanas del salón mirando a ver si llegas. Salgo a la calle mirando al horizonte del camino buscando un atisbo de luz que me indique tu llegada, pero solo veo oscuridad.

Decido dar un paseo a contemplar el lago y caminar entre la nieve. Necesito serenarme, y esta calma acompañada del frío me relajan completamente.

Emprendo el camino de vuelta a la cabaña. Hace bastante frío fuera. Mi cuerpo empieza a temblar nuevo, estoy viendo un coche aparcar junto al mio. Acelero el paso mientras vas saliendo del coche y llegar justo a tiempo de recibirte, no me has visto llegar.

Ahí estamos las dos, mirándonos, observándonos las dos con mirada tímida y nerviosa.

Ahí estamos, tu y yo solas, bajo la luz de una luna llena que nos acompaña.

-Sara, mi dulce Sara- Consigo decir en apenas un susurro.


domingo, 14 de julio de 2019

EL CHICO DEL JERSEY ROJO

Era un viernes cualquiera, de un invierno cualquiera, de hace unos cuantos años. Era uno de esos días que tenía ganas de fiesta y juerga salvaje hasta el amanecer, ir de corrido a trabajar y sin dormir.

Llevábamos unos cuantos locales recorridos y terminamos en uno de los pocos que todavía quedaban abiertos a esas horas de la madrugada por la zona, el Camelot.
Este local era de los pocos que me gustaba para terminar la noche, buena música y buen ambiente, y no excesiva gente.

Entre con mis amigas dispuesta a gastar la noche lo mejor que pidiéramos. Fuimos directas a la barra a pedir unos gintonic. Mientras esperábamos que viniera a atendernos el camarero, le vi, allí estaba él sonriente, pasándolo bien con sus amigos. Un rubio imponente que me hizo revolotear todo el cuerpo. No podía dejar de mirarle. Me tenía hipnotizada.

Estaba totalmente eclipsada por sus miradas furtivas. Pero al tiempo renegaba de mi misma por esas miradas tan descaradas y ese revoloteo en mi estómago. ¿Cómo puedo estar fijándome en un rubio? A mí no me gustan los rubios, por favor.... Me gustan los morenazos de ojos verdes, me ponen a rabiar, ¿pero un rubio?

¿Pero qué coño hago yo mirando a un rubio de ojos azules con ganas de comérmelo entero y sin piedad ninguna? Este chico del jersey rojo me tiene trastornada.
Cada vez nos miramos más de seguido, y con miradas más intensas. Parece que nos estuviéramos quedando solos aunque estemos rodeados de gente. La gente va desapareciendo poco a poco, desvaneciéndose, hasta quedarnos solos. Él y yo, nadie más en todo el local.

El chico del jersey rojo me excita con solo mirarle.


Ahí está, él y yo solos...me atrae demasiado para ser rubio. Yo que siempre he sentido atracción por los morenos, pero algo me dice que va a ser diferente...

Estamos solos, pero la música sigue sonando, se ha ido todo el mundo, hasta mis amigas.
Y él me mira de esa manera...y yo le miro...dios como arden las miradas.

Suena una música maravillosa para bailar, y sin dudarlo yo sola comienzo a moverme, sensual...disfrutando de los acordes de la música...no miro si él está mirándome. Solo disfruto del momento, con libertad...

Llevo un rato bailando y siento una presencia cerca de mí, estoy con los ojos cerrados, pero le siento. Se coloca tras de mí, y me agarra de la cintura.

Y comienza a bailar conmigo… y como baila… Es como hacer sexo con el baile....yo le sigo, el me marca el ritmo. Pasamos mucho rato así, parece que le gusta tanto como a mi bailar...disfrutamos del momento. En un momento dado se acerca a mi cuello y comienza a besarme, no sé por qué, sin pensarlo me dejo besar, me siento cómoda.

Noto su respiración, su olor, su tacto... Este rubiales me está haciendo perder la cabeza...
Me susurra al oído: -me llamo Ismael, ¿Cómo te llamas tú?

Si consigo articular palabra conseguiré decirle mi nombre...

Me doy la vuelta, le miro a los ojos y le digo con toda la firmeza que puedo: -me llamo Sandra.

-Encantada- , -encantado- decimos a la vez y nos reímos...
Es una sensación extraña, estamos cómodos los dos.

Me coge con sus grandes manos, agarra mi cara y me da un apasionado beso...Dios… Que labios carnosos... que lengua juguetona... esas manos recorriendo mi cuello.. .mis brazos... mi espalda.... seguimos bailando, parece que somos uno....

Para un momento y me dice: voy a cerrar el local. ¿Te quedas conmigo?

Dudo unos instantes, pero que narices, solo se vive una vez. - Si, me quedo contigo.

Vuelve y me pone una copa...baja el volumen de la música y se acerca a mí. Seguimos bailando, me pongo delante de él, de espaldas y noto su sexo en mi culo –wowww- Digo para mis adentros.

¡ismael como está… ufff! me da la vuelta de un giro y me sube al taburete...abre mis piernas y se mete entre ellas, comienza a besarme, la boca, el cuello. Noto su respiración, su olor. Baja mis tirantes del vestido y lo deja caer dejando al descubierto mis pechos. No esperaba que no llevara sujetador.

Los mira con lascivia y se acerca a ellos a acariciarlos y lamerlos... joder como me excita. En un momento le quito el Jersey rojo y descubro su cuerpo atlético. Un cuerpo listo para pecar...mmm
Le beso. Le acaricio... pero quiero ver como esta de excitado por y para mí.
Le desabrocho el pantalón, y ahí está... me agacho y comienzo a lamer, a chupar y a jugar con ese juguete que es ahora todo para mí. Mientras le miro a los ojos, que placer produce dar placer.

Hace que pare, me levanta, me quita el vestido del todo dejándome solo con mi minúsculo tanga. Me coge del culo y me sube a la barra del bar. Me quita el tanga y me abre las piernas. Me mira a los ojos: -voy a darte todo el placer con mi boca, quiero que te corras para mí y beber tus jugos de placer-.y sin más hunde su cabeza en mí... Dios que dominio de la lengua, de los dedos. Me corro enseguida, estoy muy excitada pero quiero más, sé que él me va a dar mucho placer...me baja de la barra y me lleva a la parte de atrás. Hay una especie de despacho. Como me gusta.

Tiene un sofá. Le pido que se siente, quiero subir sobre él, sentir toda su polla dentro de mí, me acomodo sobre él y comienzo a moverme. Joder... me llena toda de su polla, siento como estoy llena, nos besamos. Me muevo cada vez más deprisa, pasamos al sexo un poco más duro...nos gusta a los dos...nos miramos a los ojos y sabemos que estamos disfrutando por igual.

Cuando se corre, me mira: - Sandra, que placer, Que rico....

Nos tumbamos en el sofá, queremos seguir, pero necesitamos reponer fuerzas...





Relato a dos manos (Ana y Myri)

AKELARRE

Un fin de semana después de un mes. Ya nos hacía falta hacer una escapada. Llevamos casi tres meses planeándolo, cuatro días de acampada en las Lagunas de Ruidera. Este año ha llovido bastante y hay suficiente agua para darse unos buenos baños, y con este tiempo ya va apeteciendo.

Está vez casi hemos conseguido reunirnos todas, no siempre es fácil. Cada de un punto diferente de la península, pero casi lo hemos conseguido. Esta vez nada podría salir.

Cruz, Moi, Ana, Sandra, Moni, Peri, Ángeles, Flor... Faltaba Sara, también G, pero aunque no estuvieran físicamente estaban en nuestro corazón, estaban sin estar.

Está todo preparado para el ritual. A la hora señalada nos pondremos en marcha, a las 00:00 horas en punto.

Queda apenas una hora. Nos toca ahora a nosotras prepararnos. Nos quitamos lo ropa, nos desnudamos por completo y nos vestimos una túnica blanca que deja traslucir toda la silueta con la luz de la luna llena, también una máscara para evitar ser identificadas durante el rito.

Caminamos pausadamente, una detrás de otra. Sin prisas para no ahuyentar la noche ni su esencia. En la explanada, una media luna dibujada con piedras marca nuestro destino donde yace nuestra ofrenda lista para el sacrificio.

Brazos en cruz, piernas abiertas, el cuerpo medio desnudo de Barto ante nosotras listo para nuestros ritual. Sobre su abdomen un puñal, el puñal de Esora6, siempre el mismo puñal desde el inicio de los tiempos del Akelarre. A su lado, cortejando su cuerpo el hacha de la monarca.

Barto es una buena ofrenda. Chico fuerte y sano, justo lo que necesitamos. No puede reconocernos. Está tembloroso, teme su destino, ha sido avisado tantas veces y el pobre incrédulo nos creía de broma... Nuestra primera víctima del grupo para el mercado negro de órganos, hay que pensar en el futuro.

Se acerca la hora, apenas cinco minutos. Nos Vamos acercando, estrechando el círculo. Nos arrodillamos una a una, siguiendo el sentido inverso a las agujas del reloj. Y una a una vamos poniendo nuestra mano sobre el puñal sosteniéndolo en el aire a la altura de su corazón.

Moi, queda al mando del puñal por su destreza. Desciende lentamente el puñal, no es el momento aún, faltan apenas unos segundos. Mientras, con mirada lasciva Acaricia el abdomen de Barto con el filo del puñal hasta llegar a su pecho y rozar levemente uno de sus pezones con la punta del puñal. En ese instante el canto de un búho nos indica que ha llegado el momento: las 00:00

Eleva el puñal y...

Son las 00:00 cuando Barto despierta sudoroso y agitado en la cama. Todo ha sido una pesadilla: -¡Joder con el Akelarre! vaya nochecita me han dado...


(RETO 1)

DE FRENTE (Serie Eva y María 3)

María y Eva, las dos sentadas frente a frente en el borde de la piscina. Se miran y se contemplan durante largo rato sin apenas hablar, simplemente se miran mientras entrelazan sus manos y sus dedos se acarician.

- Eh tú, si tú, la que estás escribiendo, te importaría dejarlo ya? Sal de mente y déjame vivir tranquila.- Piensa Eva, con gesto inquisitivo mientras desvía la mirada.

-Eva... ¿que te pasa?

-Es que si te lo cuento no me vas a creer, vas a pensar que estoy peor de lo que estoy - dice mirando a María con gesto socarrón.

-Cuéntamelo y prueba. Y ya juzgaré yo después tu estado mental - Se ríe María mientras besa a Eva.

-A ver, como te cuento... Recuerdas nuestra primera cita? Aquella cena en mi casa, a la que tanto pánico tenías...

-Claro Eva... Como iba a olvidarme - Contesta María mientras Le guiña el ojo y acaricia su mejilla.

-Pues verás, desde aquella noche siento algo extraño - Al escuchar esto María se echa a reír - Maríaaa, que no va por ahí la cosa mal pensada - dice Eva mientras Le espeta un beso en la boca.

-Desde aquella noche siento que alguien anda metido en mi cabeza, que usa todo lo que vivo y lo que siento como inspiración para escribir. Me siento observada constantemente, y por mucho que intento sacar esa voz que me llama de dentro no hay manera, no lo consigo. - termina de decir Eva bajando la mirada al suelo y tapándose el rostro con gesto lastimero.

-Eva.... Mírame, no te escondas... - María coge las manos de Eva con las suyas separándolas de su rostro y apoyando su frente en la suya. - Eva, mírame... No me esquíes. Reconozco que es una historia un tanto rocambolesca difícil de creer...

-Ya sabía yo que ibas a pensar que estoy mal de la cabeza, no debería haberte contado nada.

-Eva, en ningún momento dije que estuvieras mal de la cabeza. - Dice mientras acaricia su barbilla y obligándole a levantar la mirada empujando suavemente desde su mentón con su dedo índice. - Realmente es una historia extraña, y sí, difícil de creer, pero si algo he aprendido en este tiempo contigo es que todo es posible.

Ahora es Eva quién mira a María con cara de extrañeza.

-¿Sabes que pienso? Que si realmente hay alguien haciendo uso de tus vivencias, nuestras vivencias, para su uso y disfrute. ¿Quién somos nosotras para impedírselo? Disfrutemos Eva, vivamos, sintamos, y regalemósle a quién quiera que sea una buena historia. - Sonríe María con mirada picarona mientras acerca dulcemente su boca a la suya.

-Disfrutemos pues María - consigue decir Eva en un tono apenas audible antes de fundirse ambas en un tierno y largo beso




EN UN SALÓN DE VERANO (serie Eva y María 2)

He llegado antes de tiempo, no podía esperar a la tarde para verla. Se que no me espera todavía. Vamos a pasar el fin de semana en su casa de campo, las dos solas, sin nadie más. Me ha mandado por WhatsApp la ubicación para que llegara sin problemas al salir del trabajo, pero he decidido no ir y me he cogido el día libre.

Estoy sentada en el coche mirando la puerta de entrada dudando ahora si he hecho bien en adelantar mi llegada o no... Pero ya que estamos aquí vamos allá.

Ha dejado La puerta del jardín levemente abierta, parece un invitación directa a que pase sin llamar... Puedo verla desde aquí, me apoyo en el quicio de la puerta, contemplándola. Está tomando en sol en una tumbona, solo puedo apreciar sus piernas dobladas desde aquí, pero me encanta esta imagen, me estoy recreando en ella, en la imagen de sus piernas dorándose al sol.

Avanzo despacio, lentamente y sin hacer ruido. No quiero asustarla.

Apenas estoy ya a diez metros de ella, pero no puede oírme, tiene los auriculares puestos, quizá escuchando algo de música relajante. me detengo observando su cuerpo, está imponente con ese bikini negro con rayas cruzadas blancas. Me recreo en su cuerpo, en sus brazos, en su abdomen, en sus piernas, en su pecho subiendo y bajando al ritmo de su respiración pausada.

Sigo acercándome, apenas estoy ya a un metro de ella. Recojo su pareo del suelo y se lo coloco sobre los ojos a modo de venda, hace amago de quitárselo. Sujeto suavemente sus manos para impedírselo al tiempo que Le pido silencio posando mi dedo indice sobre sus labios.

Se que sabe quién soy, que he adelantado mi llegada. Lo noto en su pícara sonrisa. Sabe como me provoca cuando sonríe así... Me siento a su lado, en el borde de la tumbona, acariciando con la yema de mis dedos su rostro, la parte que no está oculta bajo el pareo, sus pómulos, su nariz, su barbilla, sus labios... Abre su boca para lamer mi dedo y humedecerlo. Descienden mis dedos por su cuello en apenas un suave roce imperceptible pero que la hace suspirar. Alcanzo su pecho derecho y voy decidida a pellizcar su pezón marcándose a través del bikini. Tengo ganas de hacer una pequeña maldad pero excitante... He cogido un hielo del vaso que estaba bebiendo, lo sujeto con mis dientes mientras acaricio con él la línea de su abdomen hasta su bajo vientre. Se está excitando,lo noto, al roce del frío hielo y el calor de mi aliento. Desato el sujetador de su bikini, quiero sus pechos totalmente libres para mí. Cojo ahora el hielo con mis dedos subiendo por su abdomen lentamente, empieza a respirar algo agitada. Pongo el hielo justo encima de su pezón izquierdo, justito encima, para dejar que gotee el frío sobre él. Una gota, dos, tres... Se contrae levemente, y lo rozo con el hielo al tiempo que mi mano izquierda sujeta las suyas sobre su cabeza y beso su boca, que me recibe con ansia, devorando mis labios y mi lengua.

El hielo se va deshaciendo al roce de su piel, lo dejo reposando sobre su ombligo mientras cojo otro hielo de los que aguantan en el vaso llevándolo directo hasta su bajo vientre acariciando la línea del bikini mientras mi lengua roza suavemente su pezón izquierdo, duro y terso.




-¡Evaaaaaaa! No te esperaba hasta esta tarde, que bien que hayas llegado ya. Estaba pensando en ti.

-yo también estaba pensando en ti...




Y aquí sigo en el quicio de la puerta mirando a Maria deleitándome en mis pensamientos mientras la sigo agarrada de su mano.

EVA Y MARIA (Serie Eva y María 1)


Todos los días lo mismo, la misma rutina una y otra vez.

Me levanto cuando aún no ha salido el sol, me doy una ducha rápida y apurada, tomo un colacao calentito para amansar el estómago todavía dormido que aún no admite sólido alguno.

Y como cada mañana sigo pensando en ella. Despierto pensando en ella, respiro pensando en ella...

Voy camino del garaje con pensamiento apurado y distraído. Tres semanas sin verla. Buscando sus pasos, buscando su voz.

Han pasado tres semanas desde aquella noche, de aquella cena que acepto de buen grado en mi casa. No puedo dejar de recordar su cuerpo temblando entre mis brazos, mezcla del miedo y del deseo. Desde entonces no hemos vuelto a vernos, no hemos vuelto a hablar. Siento como esquiva mis pasos, huye de mí o de si misma.... No lo se.

Camino por el garaje completamente ausente, recordando el aroma de su piel, dulce y cítrico a la vez. Oigo unos pasos distraídos que se acercan, levanto la mirada y a unos metros de mi está ella, María. Avanza hacia mí sin verme, ausente... Apenas puedo balbucear su nombre: María.... Estoy tan sorprendida y emocionada a la vez que consigo que me salga la voz.

No puedo dejar de mirarla, siento que sus pasos se detienen ante mi. Me mira levemente, fugaz, y emprende de nuevo su camino sin pronunciar palabra. Pero no puedo dejar que se marche, no así, sin hablar, sin saber el porque de tanto silencio.

Alargo mi mano para detenerla sujetándola por le brazo. No la miro, no me mira. Deslizo mi mano lentamente hasta la suya, rozo sus dedos con los míos. siento un enorme cosquilleo en todo mi cuerpo.

Tengo miedo de que huya y salga corriendo....

Entrelazo mis dedos con los suyos. Siento como tiembla todo su cuerpo ante mí. Nuestras miradas se buscan por primera vez en semanas. Veo su miedo en ellos. Acaricio su rostro con el dorso de mi mano mientras asoma una lágrima por ellos. Lentamente nos vamos aproximando, buscándonos sin dejar de mirarnos.

Estamos tan cerca que puedo sentir su respiración... María acerca mi mano hasta su pecho, a su corazón agitado y excitado. Miedo y deseo gritando a borbotones en su pecho.

-Tengo miedo Eva. - me dice en un leve susurro apenas audible.
- Yo también... - Consigo decir en un tono apenas audible mientras mi boca busca la suya. Apenas rozo sus labios con los míos, los beso suave, lento, sin dejar de mirarla, de perderme en sus ojos.

Y poco a poco el deseo fue ganando al miedo. Nos besamos con ansia, con las ansias contenidas días atrás perdiendo el control de donde nos encontramos.

Apoyo a María contra el capó de un coche, las dos sabemos lo que ocurrirá y no nos vamos a detener. 

Nos miramos intensamente, sentimos el fuego se nuestro cuerpo en ellos. Volvemos a besarnos, mordiendo nuestros labios, jugando nuestras lenguas buscándose. Acto seguido voy descendiendo por su cuello acariciándolo con la puntita de mi lengua. Siento como se estremece y aprieta cuerpo a mi. Muerdo su cuello muy suave, y lento, mientras recorro su escote con mis dedos. Desabrocho el primer botón de su camisa, luego el siguiente y así sucesivamente mientras mis dedos rozan su piel y mi lengua recorre su cuello y comienza a descender por su escote.

Retiro su camisa cayendo por sus hombros hasta detenerse en el capó del coche. Recorro su abdomen con el dorso de mis dedos subiendo despacio hasta sus pechos aún escondidos en el sujetador. Dibujo su contorno, la miro a los ojos, veo su excitación en ellos. Acaricio sus pezones atrapados, los pellizco, Maria se muerde el labio inferior, como me pone cuando hace ese gesto.

Retiro su sujetador liberando sus pechos y sin dejar de mirarla lamo su pezón izquierdo, lo acaricio con la punta de mi lengua, suave a y despacio, de repente y sin previo aviso lo succiono, y lo muerdo con mis labios, para volverlo a morder con mis dientes haciéndole sentir su roce. Su respiración se agita, se excita, sus latidos aumentan por segundos.

Estrecho su cuerpo al mío, quiero sentirlo muy cerca. Mis manos descienden por su espalda hasta sus nalgas, clavo mis dedos en ellos para atraerla hacia mi mientras mi boca no deja de jugar con sus pechos y sus pezones completamente endurecidos.

Rodea mis caderas con sus piernas apoyándose en el coche, rodeo su cintura con mis manos, acariciándola hasta su ombligo. Mi mano izquierda se dirige a su espalda, sosteniéndola, la derecha desciende ansiosa por su vientre hasta colarse por debajo de su minifalda. Siento el calor de su sexo a través de sus bragas completamente húmedas. Deslizo mi mano dentro de sus bragas. Mis dedos se mojan de sus deseo. Rozó con la yema de mi dedo corazón su clítoris, su cuerpo se arquea buscándome... Lo acaricio muy suave mientras siento como tiembla su cuerpo, lo pellizco, me atrae hacia ella apretando sus piernas a mis caderas.

Empujó su cuerpo con mi mano izquierda hasta apoyarlo completamente en el capó del coche. Pellizcando sus pezones y jugando con sus pechos. Mientras mi mano derecha se recrea en su sexos jugando con su clítoris, excitándola más si cabe, llevándola hasta el límite de su aguante. Entre susurros y gemidos me súplica que ya no puede más, deslizó mis dedos por toda su humedad hasta penetrarla, despacio, lentamente, sintiendo cada milímetro de sus pliegues. Dos, tres, cuatro, cinco veces mis dedos entran y salen suavemente, despacio, siento que está a punto de correrse igual que yo, que estoy completamente mojada y excitada de solo sentirla. Vuelvo a penetrarla ahora con más intensidad, con fuerza, todo lo profundo que puedo llegar, una, dos, tres... Sus flujos inundan mis dedos...

Me abrazo, la abrazo, y nos besamos hasta rendirnos...




ENTRE VECINAS (Capítulo 0: El origen de Eva y Maria)

Eran cerca de las 22:00 y ya habían cenado, estaban sentados juntos en el sofá de su piso, María estaba recostada en su pecho mientras Luis la abrazaba fuerte. Veían una serie que los tenía enganchados, pero el latir de su pecho y las caricias por el cuello, hicieron que María se olvidara de la serie y se dedicara a disfrutar del momento. 
Sus labios fueron subiendo suavemente hacia el cuello y la mano de Luis comenzó a bajar por su espalda hasta llegar a sus nalgas. Se había prendido la llama, estaban deseando quemarse.
En ese momento llegó un mensaje al móvil de María, con un sonido diferente al resto, ella rápidamente lo cogió y lo apagó, sembrando en Luis una duda, que lo obligó a preguntar. 

Luis – ¿Quién era?
María – No es nada, la vecina.
Luis - ¿Qué vecina? 
María – Eva
Luis – ¿Y qué quiere a éstas horas?
María – Mira Luis, creo que le gusto, cada vez que hablo con ella, o cada vez que la saludo, noto algo diferente en ella. No se si serán imaginaciones mías, pero su forma de mirarme, de hablarme, me da la impresión que se siente atraída por mi.
Luis – ¿Te ha dicho algo directamente? A lo mejor te estas montando una película tu sola.
María – No creo, me envía mensajes y más de una vez me ha invitado a ir a su casa a tomar algo.
Luis – ¿Y tu que piensas? Nunca me has dicho que te atraigan las mujeres.
María – Y no lo han hecho nunca, pero no se, nunca he tenido ninguna experiencia, creo que no, pero tampoco puedo decir que no, tengo curiosidad.
Luis – María, ya sabes que nuestra relación se basa en la confianza mutua, no me gustaría enterarme de que ha pasado nada. Pero ella sabe que estoy contigo, si queréis probar, por mi no hay ningún inconveniente, pero me gustaría estar presente, quiero ver tu reacción, quiero ser testigo de tan excitante momento.
María – ¿Estás seguro?
Luis - Hasta que no llegue el momento no podemos saber lo que pasará, a lo mejor todo está en nuestra cabeza, pero fíjate como me estoy poniendo solo de pensarlo.
María – Ya la noto.

Luis cogió a Maria de la cintura y la subió sobre él, introduciendo su pene tan hondo como nunca lo había hecho, estaban muy excitados y ella cabalgaba cual amazona en su caballo, dejándose agarrar sus pechos al desnudo y disfrutando del momento, aunque los dos tenían otros pensamientos en mente.

Al día siguiente, como cada mañana, María se fue al trabajo, a las 17:00 de la tarde como pasaba desde hacia varios días, recibió un mensaje de Eva, su vecina, con varios besos y un “buenas tardes preciosa”, al cual ella siempre contestaba con labios y risas. Ese día como había ocurrido en otras ocasiones, la invitó a cenar a su casa y tomarse algo. María, miro el móvil, lo soltó en la mesa y lo volvió a coger.

Maria – Luis me acaba de escribir Eva
Luis – ¿Y que?
Maria – Quiere que vaya a su casa esta noche a cenar ¿qué hago?
Luis – Lo que tu quieras, ya sabes lo que hablamos ayer.
María – Lo sé, pero no se que hacer. Estoy atacada de nervios, voy a decirle que sí.

María contestó al mensaje con un ok, y un ¿a qué hora voy? A las 21,00 por ejemplo, me hace mucha ilusión que vengas, tenía muchas ganas, contestó Eva.

Esa tarde a las 20,30 cuando Luis llego a su casa, María estaba mirando desnuda frente al armario que ropa ponerse para la cena, no quería ir demasiado atrevida, ni tampoco recatada. Luis notó su nerviosismo solo al darle un beso, estaba temblando. La abrazó, y le dijo al oído, así no puedes ir a ningún sitio, tranquilízate, espera yo se como hacerlo.
La tumbó en la cama, le bajó sus braguitas color negro y dejó que su lengua saboreara cada milímetro de su cuerpo, ella se estremecía con cada caricia, con cada mordisco, después le dió su mejor relajante, y se entregaron al sexo más salvaje hasta llegar al unísono al orgasmo.

Cuando terminaron los dos, ella se sobresaltó con un sonido del móvil, era Eva, preguntando si pasaba algo, eran ya las 21,15, iba muy tarde. Ahora mismo llego, respondió mientras se ponía un vestido de gasa.

Al salir de casa y despedirse de Luis, solo le dijo una cosa, si no te aviso es porque todo han sido imaginaciones mías, pero si te llamo, no se como acabará esto, solo quiero que vayas y me ayudes.

Al llegar a casa de Eva, ella abrió la puerta y la recibió con una blusa roja y una falda muy estrecha con una gran abertura, tanto que dejaba ver casi todo su muslo. Se dieron un beso y la acompañó al salón, había colocado todo muy romántico y con mucho encanto. Que buen gusto Eva, le dijo María. Está todo precioso.

Se sentaron y comenzaron a probar la cena que Eva había preparado con sumo cuidado, mientras tomaban una copa de vino. Eva no dejaba de alagar lo guapa que venía y lo contenta que estaba de que hubiera accedido a cenar con ella.

Al llegar el postre, Eva le llevo un plato con trocitos de fresa y un cuenco con chocolate, pero no se lo puso, directamente cogió una fresa, la mojó delicadamente en chocolate y se la dio directamente en su boca. María ruborizada le agradeció el gesto pero muy nerviosa le dijo:

María – Perdona que me ruborice, pero necesito preguntarte algo
Eva – No hace falta que lo preguntes María, me gustas muchísimo, llevo mucho tiempo queriendo decírtelo pero como tienes pareja, no encontraba el momento.
María – Nunca me había sentido atraída por una mujer, pero contigo estoy sintiendo cosas que nunca me habían pasado.
Eva – Pues solo hay una manera de saber si lo que sientes es real, déjame besarte y disfrutar de tí.
María – Estoy deseando probarlo, pero hay un problema. Luis es mi pareja y no puedo hacerle eso, se que te va a sonar raro, pero si el estuviera con nosotras me sentiría mucho mas cómoda.
Eva – A mi no me gustan los hombres, solo pensar que me roce me da asco.
María – Solo mirará, pero si no me siento cómoda, no podré hacer nada.
Eva – Si es así, por mi no hay ningún problema.

María llamo a Luis y le contó todo, y en un minuto sonó el timbre de la puerta.

Eva – Hola Luis, dijo ruborizada.
Luis – No te apures Eva, es normal que te atraiga María, de hecho me siento muy alagado de que te guste. Y por mi, no te preocupes, seré un mero espectador. No quiero que te sientas incomoda.
Eva – Nunca habría imaginado esto, espero que salga bien.

María saludó a Luis muy agobiada y él la tranquilizó y la guió hacia Eva, ella esperaba fuera de lugar que María se dejara llevar. Luis les sugirió que si querían fueran a la habitación que el se quedaría sentado en el sillón de la esquina, sin hablar, sin hacer ningún ruido. Y sobre todo que si en algún momento se sentían incómodas que se lo dijeran y se iría.

Eva cogió a María de la mano, la llevó al dormitorio y comenzó a besarle el cuello, mientras sus delicadas manos acariciaban su espalda a través de su vestido. María se fue relajando poco a poco, hasta dejarse llevar por su deseo, se quitaron la blusa y el vestido y sus pechos piel con piel, comenzaron a rozarse, cada roce era un volcán, cada caricia una erupción de placer, cada beso un temblar que no podían frenar. Eva recostó a María en la cama y fue besándola muy cariñosamente por el cuello, bajó a su abdomen y se entretuvo en contemplar el manjar tan deseado que estaba a punto de probar, mientras María ansiosa por que lo hiciera, le dedicó una mirada a Luis, que inmóvil por la excitación del momento, podía sentir como María disfrutaba de aquella situación tanto que no podía creérselo.

Eva era guapísima, una morena de pelo largo y curvas tenebrosas que a Luis le estaba dejando ver todos sus encantos a menos de un metro, mientras lamía el clítoris de María como nunca él lo había hecho. Se sentía tan excitado que le costaba respirar, pero no podía hacer nada, ese era el pacto. Le estaba costando la vida no coger a Eva por detrás y hacer el trío perfecto, pero no podía. 

En ese instante, Luis dejó salir un suspiro, que hizo que de repente María se acordara que estaba ahí, mientras sujetaba del pelo a Eva que estaba absorta en su clítoris, María lo llamó con la mirada y abrió su boca sacando la lengua y pidiéndole lo que le faltaba. Luis negó con la cabeza y María volvió a insistir.

Luis no podía más, se levantó e introdujo su duro y caliente miembro en su boca, mientras contemplaba en primer plano la escena más excitante y erótica jamás imaginada por él. María hizo un movimiento que hizo que Eva se percatara de lo que ocurría, y paró de lamer. María al darse cuenta le dijo, Eva, no pares, sigue por favor. Pero Eva al ver la polla de Luis se sintió mal y quiso retirarse. 

No te preocupes dijo Luis, sé cuando sobro, os dejo aquí disfrutar, pero después me toca a mi. Salió de la habitación y se fue al salón mientras oía como María disfrutaba del orgasmo mas intenso de toda su vida.


 De SEEDOR

(Gracias Seedor por crear a Eva y María y darme pie a continuar su historia)