Soy quién soy pese a quién pese. Esa soy yo.
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Myriam Luna.

domingo, 14 de julio de 2019

ENTRE VECINAS (Capítulo 0: El origen de Eva y Maria)

Eran cerca de las 22:00 y ya habían cenado, estaban sentados juntos en el sofá de su piso, María estaba recostada en su pecho mientras Luis la abrazaba fuerte. Veían una serie que los tenía enganchados, pero el latir de su pecho y las caricias por el cuello, hicieron que María se olvidara de la serie y se dedicara a disfrutar del momento. 
Sus labios fueron subiendo suavemente hacia el cuello y la mano de Luis comenzó a bajar por su espalda hasta llegar a sus nalgas. Se había prendido la llama, estaban deseando quemarse.
En ese momento llegó un mensaje al móvil de María, con un sonido diferente al resto, ella rápidamente lo cogió y lo apagó, sembrando en Luis una duda, que lo obligó a preguntar. 

Luis – ¿Quién era?
María – No es nada, la vecina.
Luis - ¿Qué vecina? 
María – Eva
Luis – ¿Y qué quiere a éstas horas?
María – Mira Luis, creo que le gusto, cada vez que hablo con ella, o cada vez que la saludo, noto algo diferente en ella. No se si serán imaginaciones mías, pero su forma de mirarme, de hablarme, me da la impresión que se siente atraída por mi.
Luis – ¿Te ha dicho algo directamente? A lo mejor te estas montando una película tu sola.
María – No creo, me envía mensajes y más de una vez me ha invitado a ir a su casa a tomar algo.
Luis – ¿Y tu que piensas? Nunca me has dicho que te atraigan las mujeres.
María – Y no lo han hecho nunca, pero no se, nunca he tenido ninguna experiencia, creo que no, pero tampoco puedo decir que no, tengo curiosidad.
Luis – María, ya sabes que nuestra relación se basa en la confianza mutua, no me gustaría enterarme de que ha pasado nada. Pero ella sabe que estoy contigo, si queréis probar, por mi no hay ningún inconveniente, pero me gustaría estar presente, quiero ver tu reacción, quiero ser testigo de tan excitante momento.
María – ¿Estás seguro?
Luis - Hasta que no llegue el momento no podemos saber lo que pasará, a lo mejor todo está en nuestra cabeza, pero fíjate como me estoy poniendo solo de pensarlo.
María – Ya la noto.

Luis cogió a Maria de la cintura y la subió sobre él, introduciendo su pene tan hondo como nunca lo había hecho, estaban muy excitados y ella cabalgaba cual amazona en su caballo, dejándose agarrar sus pechos al desnudo y disfrutando del momento, aunque los dos tenían otros pensamientos en mente.

Al día siguiente, como cada mañana, María se fue al trabajo, a las 17:00 de la tarde como pasaba desde hacia varios días, recibió un mensaje de Eva, su vecina, con varios besos y un “buenas tardes preciosa”, al cual ella siempre contestaba con labios y risas. Ese día como había ocurrido en otras ocasiones, la invitó a cenar a su casa y tomarse algo. María, miro el móvil, lo soltó en la mesa y lo volvió a coger.

Maria – Luis me acaba de escribir Eva
Luis – ¿Y que?
Maria – Quiere que vaya a su casa esta noche a cenar ¿qué hago?
Luis – Lo que tu quieras, ya sabes lo que hablamos ayer.
María – Lo sé, pero no se que hacer. Estoy atacada de nervios, voy a decirle que sí.

María contestó al mensaje con un ok, y un ¿a qué hora voy? A las 21,00 por ejemplo, me hace mucha ilusión que vengas, tenía muchas ganas, contestó Eva.

Esa tarde a las 20,30 cuando Luis llego a su casa, María estaba mirando desnuda frente al armario que ropa ponerse para la cena, no quería ir demasiado atrevida, ni tampoco recatada. Luis notó su nerviosismo solo al darle un beso, estaba temblando. La abrazó, y le dijo al oído, así no puedes ir a ningún sitio, tranquilízate, espera yo se como hacerlo.
La tumbó en la cama, le bajó sus braguitas color negro y dejó que su lengua saboreara cada milímetro de su cuerpo, ella se estremecía con cada caricia, con cada mordisco, después le dió su mejor relajante, y se entregaron al sexo más salvaje hasta llegar al unísono al orgasmo.

Cuando terminaron los dos, ella se sobresaltó con un sonido del móvil, era Eva, preguntando si pasaba algo, eran ya las 21,15, iba muy tarde. Ahora mismo llego, respondió mientras se ponía un vestido de gasa.

Al salir de casa y despedirse de Luis, solo le dijo una cosa, si no te aviso es porque todo han sido imaginaciones mías, pero si te llamo, no se como acabará esto, solo quiero que vayas y me ayudes.

Al llegar a casa de Eva, ella abrió la puerta y la recibió con una blusa roja y una falda muy estrecha con una gran abertura, tanto que dejaba ver casi todo su muslo. Se dieron un beso y la acompañó al salón, había colocado todo muy romántico y con mucho encanto. Que buen gusto Eva, le dijo María. Está todo precioso.

Se sentaron y comenzaron a probar la cena que Eva había preparado con sumo cuidado, mientras tomaban una copa de vino. Eva no dejaba de alagar lo guapa que venía y lo contenta que estaba de que hubiera accedido a cenar con ella.

Al llegar el postre, Eva le llevo un plato con trocitos de fresa y un cuenco con chocolate, pero no se lo puso, directamente cogió una fresa, la mojó delicadamente en chocolate y se la dio directamente en su boca. María ruborizada le agradeció el gesto pero muy nerviosa le dijo:

María – Perdona que me ruborice, pero necesito preguntarte algo
Eva – No hace falta que lo preguntes María, me gustas muchísimo, llevo mucho tiempo queriendo decírtelo pero como tienes pareja, no encontraba el momento.
María – Nunca me había sentido atraída por una mujer, pero contigo estoy sintiendo cosas que nunca me habían pasado.
Eva – Pues solo hay una manera de saber si lo que sientes es real, déjame besarte y disfrutar de tí.
María – Estoy deseando probarlo, pero hay un problema. Luis es mi pareja y no puedo hacerle eso, se que te va a sonar raro, pero si el estuviera con nosotras me sentiría mucho mas cómoda.
Eva – A mi no me gustan los hombres, solo pensar que me roce me da asco.
María – Solo mirará, pero si no me siento cómoda, no podré hacer nada.
Eva – Si es así, por mi no hay ningún problema.

María llamo a Luis y le contó todo, y en un minuto sonó el timbre de la puerta.

Eva – Hola Luis, dijo ruborizada.
Luis – No te apures Eva, es normal que te atraiga María, de hecho me siento muy alagado de que te guste. Y por mi, no te preocupes, seré un mero espectador. No quiero que te sientas incomoda.
Eva – Nunca habría imaginado esto, espero que salga bien.

María saludó a Luis muy agobiada y él la tranquilizó y la guió hacia Eva, ella esperaba fuera de lugar que María se dejara llevar. Luis les sugirió que si querían fueran a la habitación que el se quedaría sentado en el sillón de la esquina, sin hablar, sin hacer ningún ruido. Y sobre todo que si en algún momento se sentían incómodas que se lo dijeran y se iría.

Eva cogió a María de la mano, la llevó al dormitorio y comenzó a besarle el cuello, mientras sus delicadas manos acariciaban su espalda a través de su vestido. María se fue relajando poco a poco, hasta dejarse llevar por su deseo, se quitaron la blusa y el vestido y sus pechos piel con piel, comenzaron a rozarse, cada roce era un volcán, cada caricia una erupción de placer, cada beso un temblar que no podían frenar. Eva recostó a María en la cama y fue besándola muy cariñosamente por el cuello, bajó a su abdomen y se entretuvo en contemplar el manjar tan deseado que estaba a punto de probar, mientras María ansiosa por que lo hiciera, le dedicó una mirada a Luis, que inmóvil por la excitación del momento, podía sentir como María disfrutaba de aquella situación tanto que no podía creérselo.

Eva era guapísima, una morena de pelo largo y curvas tenebrosas que a Luis le estaba dejando ver todos sus encantos a menos de un metro, mientras lamía el clítoris de María como nunca él lo había hecho. Se sentía tan excitado que le costaba respirar, pero no podía hacer nada, ese era el pacto. Le estaba costando la vida no coger a Eva por detrás y hacer el trío perfecto, pero no podía. 

En ese instante, Luis dejó salir un suspiro, que hizo que de repente María se acordara que estaba ahí, mientras sujetaba del pelo a Eva que estaba absorta en su clítoris, María lo llamó con la mirada y abrió su boca sacando la lengua y pidiéndole lo que le faltaba. Luis negó con la cabeza y María volvió a insistir.

Luis no podía más, se levantó e introdujo su duro y caliente miembro en su boca, mientras contemplaba en primer plano la escena más excitante y erótica jamás imaginada por él. María hizo un movimiento que hizo que Eva se percatara de lo que ocurría, y paró de lamer. María al darse cuenta le dijo, Eva, no pares, sigue por favor. Pero Eva al ver la polla de Luis se sintió mal y quiso retirarse. 

No te preocupes dijo Luis, sé cuando sobro, os dejo aquí disfrutar, pero después me toca a mi. Salió de la habitación y se fue al salón mientras oía como María disfrutaba del orgasmo mas intenso de toda su vida.


 De SEEDOR

(Gracias Seedor por crear a Eva y María y darme pie a continuar su historia)


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