Era
la primera vez que la veía. Estábamos en el ascensor de un hotel cuya ciudad no recuerdo o quizás no debería
recordar. El tiempo se hacía eterno y cada vez mayor número de gente iba
entrando en el ascensor.
Al principio estábamos solas pero con cada planta iba
subiendo más gente. Había en total 12 plantas pero no sé cuál de ellas sería
nuestro destino. Yo estaba a medio metro de ella. Ella apoyada en la pared,
dejando caer uno de sus hombros. Estábamos en el fondo, lejos de las miradas y
conversaciones. Por ilógico que parezca nadie nos prestaba atención, parecíamos
invisibles a ojos humanos.
Llegamos a la primera planta y salió una persona. Sentí
el alivio de que iba quedando menos para llegar al final. En la segunda planta
salieron tres. Me voy relajando más.
Ya en la cuarta planta sólo quedaba un hombre, miraba
hacia la puerta. Nos ignoraba por completo. A veces me preguntaba si éramos
reales. Casi como si lo presintiera ella se acerca, me rodea con sus brazos por
la espalda y adentra una de sus manos por mi camisa. Va acariciando mi
estómago, mi espalda. Mi piel se eriza con cada roce de sus manos. Llevaba
tanto esperando ese momento…Comienza a besarme el cuello, a rodear con sus
dedos mis pechos por encima del sujetador. Dejo caer mi peso sobre ella. Sigue
acariciando mi cuello, todo por debajo de la camisa. Coloco mi cabeza sobre uno
de sus hombros y muerde mi cuello, al principio suave pero luego cada vez más
fuerte. Con una mano introduce uno de sus dedos por el borde de mi sujetador y
con la otra mano va bordeando mis costillas, mi estómago en zigzag y llega
hasta el borde de mi pantalón con el dedo corazón.
Me muerdo el labio
inferior para aguantar mi respiración, cada vez más agitada. Llegamos a la
planta siete, el hombre permanece allí dentro sin inmutarse. Adentra sus manos
en el interior de mis muslos, mi cuerpo se contrae de la excitación. Sólo con
el roce me hace temblar. Con la mano izquierda de nuevo llega a mi sujetador
pero esta vez se adentra y toca mis pechos, primero uno y luego el otro. Con la
mano derecha vuelve a mi abdomen, acariciándome por encima del pantalón.
Desabrocha el botón y mete su mano muy lentamente. Muerde el lóbulo de mi oreja
y creo que voy a explotar en éxtasis.
Por fin llegamos a la planta siete y el desconocido se va
como si nada. Aprovecho el momento y la empujo hasta el fondo del ascensor. Sin
sacar su mano de mi pantalón sigue jugueteando conmigo. Cada vez estoy más
excitada, su mano es testigo de ello. No
suelta tampoco mi cuello, no deja de morderlo y besarlo. Deja su marca en mi
piel. Me hace suya. Sigue apretando mis pezones, están tan duros…. Mis piernas
se abren al placer dejándole libertad de movimiento.
Con cada planta la puerta se va abriendo pero no entra
nadie.
Rodeo su espalda con mis brazos, le clavo mis uñas, no
puedo más…Me tiene al límite y eso me encanta.
Llegamos a la planta doce y el ascensor se detiene.
Volvemos a descender, alguien lo ha llamado. El éxtasis va en aumento, mis
gemidos se ahogan en su boca. Me pierdo entre sus brazos, en su boca, en sus
latidos.
El ascensor se detiene. No recuerdo en que planta. He
perdido por completo la noción del tiempo y Dios… ¡alguien entra!
Me despierto. Estoy sudando entre las sábanas. Me giro
algo confusa y veo que ella está dormida a mi lado. Me abrazo fuerte a su
cintura, muy fuerte.
Siento que me abraza por la espalda y me agarra por la
cintura. Está empapada en sudor, con la respiración agitada y su corazón
acelerado. Siento que me abraza fuerte para atraerme hacia ella. Me dejo
abrazar.
Giro mi cuerpo levemente. Siento su mano posarse en mi
abdomen, su cabeza en mi pecho. Su respiración se relaja, también su ritmo
cardíaco. Parece que se esté dejando vencer de nuevo por el sueño.
Ahora soy yo quien la abraza. Acaricio su espalda, con la
otra mano acaricio su cuello, sus mejillas, juego con su cabello. Todavía estoy
adormecida, sumida en mi sueño.
Soñé que ella tenía un sueño.
(21-10-2013 Myriam Luna- .)
(21-10-2013 Myriam Luna- .)
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