Sobreviviste a las bombas de la guerra civil, a la postguerra y al exilio cuando todavía eras una niña.
Soportaste, como buenamente pudiste, durante más de veinte años la convivencia con un suegro machista, prepotente y dictador.
Superaste, no sin dolor y sufrimiento, la muerte de un hijo cuando apenas contaba los tres años de edad.
Llevaste con paciencia y mano firme las algarabías y travesuras de cada uno de tus cinco nietos.
Te volcaste con amor y devoción en el cuidado de la persona que más querías, olvidándote de tu propio cuidado. Cinco años de abnegada dedicación, noche y día, hasta su fin.
Luchaste con uñas y dientes por los tuyos, cercanos y lejanos, pero tuyos.
Te aferraste a la vida que aún deseabas disfrutar.
Siempre te creí inmortal, que nada conseguiría arrancarte la vida después de tanta lucha, y aún así seguirás siendo inmortal, en la vida y los sueños de tus hijos, tus nietos, y tus biznietos. Siempre seguirás viva en el corazón de aquellos que somos y seremos siempre tuyos.
Ellos se ríen de mi por ser diferente, yo me río de ellos por ser todos iguales. (Kurt Cobain)
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