Dime un motivo, tan sólo uno,
por el que deba dejar de vivir.
Dame una razón, sólo una,
que me haga dejar de luchar,
que me ayude a no respirar.
Pero mientras tanto viviré
cada segundo como el último,
de cada instante desfrutaré
como de un último suspiro.
Mientras siga brotando
a mis ojos una lágrima,
no dejaré mi sueño
de ser mi propia dueña.
Mientras a mi corazón
le quede un último latido,
nunca dejaré de respirar
sin dejar de luchar.
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