Soy quién soy pese a quién pese. Esa soy yo.
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Myriam Luna.

sábado, 22 de octubre de 2011

El beso

      Era en aquella habitación del hotel donde tuvieron lugar las primeras sensaciones del contacto directo, donde ambas experimentaron el primer beso.Tenía los nervios a flor de piel, su cuerpo temblaba desde los pies a la cabeza, como si fuera la primera vez que sus labios que encontraran con otros. Pensaba, que sentiría cuando besara esos labios por primera vez esos labios que tanto había deseado en la distancia, tan soñados e imaginados. Pero aún más, pensaba que sentirían esos labios aun desconocidos cuando tocaran los suyos. Estaba tan ansiosa por probarlos que tenía miedo de decepcionarla, de sentirse más inexperta de lo que era. Al cruzar la puerta de la habitación del hotel, temió que las fuerzas le fallaran, que le flaquearan las piernas y desvanecerse ante la mirada de su Sol. Pero pese a todo, se armó de valor para enfrentarse a sus miedos. Giro sobre si misma para refugiarse entre los brazos de su amor y sentir su fuerza y su calor. Sentía todo su cuerpo temblar, el corazón palpitar como si le fuera a estallar dentro del pecho. Y sin mediar palabra sus labios se encontraron abrazados y entrelazados con pasión descontrolada. Besaba esos labios con total descontrol y desenfreno, sin saber muy bien lo que hacer ni como besarla. Había descubierto que no sabía besar, y en cierto modo se sentía avergonzada.         
      Su amada le pedía calma y suavidad, pero no sabía como conseguirlo… ¿realmente era tan inexperta o sus nervios le impedían hacerlo bien?           
      Devoraba esos labios como si fueran a desaparecer de un momento a otro, como si estuviera viviendo un sueño y temiera despertar en cualquier instante…           
      Poco a poco el deseo descontrolado fue convirtiéndose en una cálida y lenta exploración de sus bocas, de  sus labios y sus lenguas, en la búsqueda del paraíso.         
      Descubría sensaciones nunca antes descubiertas, nadie le hizo sentir así ni con lo que parecía el beso más apasionado.  Nunca aprendió a besar porque nunca la enseñaron a besar. Y con un solo beso estaba descubriendo todas las posibilidades que se abrían ante sí y todo lo que podía llegar a aprender.       
      ¿Llegaría en algún momento a encontrar el paraíso? Estaba convencida de que así lo haría, porque había encontrado la persona ideal para encontrarlo. Le quedaba mucho por aprender, pero lo encontraría, no tenía duda ninguna.




(25/3/2009)

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